Raverta evita algunas exposiciones y espera por Alberto Fernández. Montenegro desconoce cuánto impactará la crisis en sus posibilidades. Desterrar la mirada binaria es arduo para Pulti.
Por Ramiro Melucci
Este mes se cumplieron cuatro años de una de las frases más inexplicables jamás pronunciadas en una campaña electoral. Sucedió en una presentación de propuestas de candidatos a intendente en el colegio Don Orione. Habían asistido los cinco postulantes de las elecciones de 2015: Gustavo Pulti, Lucas Fiorini, Pablo Farías, Alejandro Martínez y Carlos Arroyo. Uno de los temas era medio ambiente. Cuando le llegó el turno de exponer su oferta electoral, Arroyo sorprendió: “Tenemos un plan que es secreto”.
El candidato no tardó en acotar: “Es secreto porque todas las buenas ideas me las copian”. La ocurrencia fue celebrada por el auditorio, compuesto por jóvenes estudiantes de la institución. Ese día Pulti supo por anticipado que iba a perder la elección.
Arroyo no participó ese año de los debates televisivos que organizaron Canal 8 y Canal 10. Estimaba que solo podían perjudicar una elección sellada de antemano, apalancada en gran parte por la ola antikirchnerista que se había formado. Cuatro años después, la realidad cambió. Tanto que Arroyo, urgido tras el 5% de las PASO, anunció la semana pasada que dirá presente en algún debate.
Sin mencionar el nuevo y evidente cambio de paradigma nacional y provincial, hay dos datos que hacen de la antesala de estas elecciones diferente a la de 2015 en Mar del Plata. El primero es que no hay un ganador seguro a dos semanas de la jornada electoral. El segundo es que ninguno se puede dar el lujo de dejar la silla vacía si lo convocan a un debate o exposición de propuestas. No quiere decir que no suceda: Fernanda Raverta, del Frente de Todos, esquiva los escenarios en que los invitados son nada más que los tres primeros. Cree que en ese esquema Pulti, su rival directo por los votos de Axel Kicillof y Alberto Fernández, cobra un protagonismo que no debería tener.
Lo cierto es que ninguno tiene motivos para confiarse. La deriva del gobierno de Mauricio Macri es un factor excluyente para Guillermo Montenegro. El candidato de Juntos por el Cambio no puede escindirse del drama social que están exhibiendo los números del Indec. Según las últimas mediciones, la pobreza y la desocupación escalaron cinco puntos en Mar del Plata. El sentido común no recomienda adjudicarle el crecimiento de esas variables a Arroyo, cuya injerencia en la política económica es nula. Y todo desbarajuste que no se le pueda imputar solo al intendente es un inconveniente para Montenegro, porque son atribuibles al gobierno que promovió su candidatura.
En las últimas semanas sucedieron, en cambio, otras cosas que motivan al candidato. En Mendoza el oficialismo, encabezado por la UCR, le ganó a la candidata justicialista. Ocurrió luego de que el radicalismo doméstico anunciara su respaldo a Montenegro. La elección de Mendoza es una muestra de que la ola celeste no penetra en determinados territorios, aun después del cimbronazo de las PASO. El candidato del PRO anhela que Mar del Plata esté entre esos distritos. Pero hay una diferencia crucial entre Mendoza y Mar del Plata. Aquellas elecciones fueron separadas de la elección nacional. En las del 27 la boleta de Montenegro va adherida otra vez a la de Macri: ¿cuánto influirá el panorama nacional en la elección local? Es el principal interrogante de cara al domingo eleccionario.
Montenegro necesita que las medidas de alivio apacigüen la furia de la clase media con Macri, que arrastró a Vidal. Precisa que el presidente y la gobernadora se sostengan en esta ciudad. Cuenta con un hecho alentador: las primarias estuvieron lejos de constituir aquí la catástrofe que fueron en el conurbano. También con uno dramático: nadie está en condiciones de apostar que los números del oficialismo nacional y provincial no se agraven el 27 de octubre.
El caso de Mendoza no resulta simpático para el Frente de Todos local. La derrotada en aquella provincia milita en La Cámpora, como Raverta. Flamea un temor: ¿logrará la camporista penetrar en la clase media urbana marplatense? En ese objetivo se ha enfocado después de las primarias. Reforzó sus reuniones con empresarios, formuló propuestas para las pymes y le dio lugar a dirigentes del Frente Renovador en la campaña. El propósito final es que los que voten a Fernández y Kicillof en Mar del Plata también la voten a ella. Que no haya tijeras para recortar su sueño. Por eso se sacó cuantas fotos pudo con Kicillof el viernes y espera con ansias el aún no confirmado arribo del candidato presidencial.
Su principal obstáculo es Pulti, que reclama el corte de boleta. Montenegro lo sabe. Es notorio el cambio de actitud del postulante de Juntos por el Cambio respecto al ex intendente. De torearlo en Canal 10 en la previa de las primarias pasó a arrojarle flores en los estudios de LU6, donde reconoció el valor de varias de sus políticas. Un dirigente de la coalición oficialista, convencido de que el ex intendente y Raverta se disputan el mismo electorado, lo explicó en los últimos días con un comentario categórico: “Si no estuviera Pulti nosotros ya estaríamos muertos”.
Vilma Baragiola se ha mantenido en silencio. La candidata derrotada en la interna de Juntos por el Cambio no emitió palabra ante el respaldo del comité de la UCR a Montenegro. En su actitud se aprecia un encono con el gobierno provincial. La concejal cree que, al ungir a Montenegro, la Provincia le quitó la posibilidad de ser intendenta.
Para indagar en las causas de su mutismo habría que rastrear los pasos de Leandro Lavintman, vicepresidente del comité de la UCR, secretario del bloque radical en el Concejo Deliberante y fiel colaborador de Baragiola. El hombre no asistió, aunque estaba invitado, a la foto de las autoridades de la UCR con Montenegro. También dejó entrever en sus redes sociales su buen vínculo con Roberto “Chucho” Páez, secretario general de Maestranza de Casinos y tercer candidato a concejal de Raverta. Nada es casual.
Pulti tiene otras preocupaciones. Su gran objetivo es dinamitar la polarización. Lo logró en las PASO al quedar en el tercer escalón, muy cerca de Montenegro. Pero la encuestadora que más se arrimó al resultado del primer turno electoral –Cepei– ha anunciado que la tendencia de los votantes se bifurca en dos polos, en sintonía con la elección nacional y provincial. El ex intendente no parece dispuesto a resignarse. Sigue manteniendo contactos con dirigentes del peronismo que no avalan la estrategia camporista en la ciudad. El despliegue de su campaña marca que no está solo. Quizá los debates televisivos sean su oportunidad para tratar de torcer el destino.